Hace unas horas nos sorprendía la prensa mexicana con la triste noticia. El rey del bolero, Armando Manzanero nos dejaba esta madrugada a los 85 años. Otra vida que se lleva el COVID-19 este 2020. Otra de las muchas, con nombre y apellido que fallece a apenas pocos días de que acabe el año…
Tras de sí deja una inmensa estela de sensibilidad y romanticismo. Se nos ha ido la voz del amor puro hecho canción. Un legado que, sin duda, trascenderá más allá de él mismo y de la propia muerte, de generación en generación. Hoy el mundo entero llora la pérdida, de una vida dedicada al amor…
Armando Manzanero, mucho más que un “ser humano” brillante
Nació en Mérida (Yucatán) un 7 diciembre de 1935 en el seno de una familia de músicos. Sus comienzos en la industria fueron cuando tenía tan sólo 15 años. Apenas pocos años después se convertía en director musical de CBS Internacional en su sede mexicana. Allí tuvo oportunidad de trabajar mano a mano con grandes artistas consagrados de la música mexicana de la talla de Pedro Vargas o José José. En 1965 ganó el Festival de la Canción en Miami. Y de ahí en adelante, una vida llena de innumerables canciones eternas, discos, colaboraciones, premios y reconocimientos por todo el mundo.
Su enorme talento y su fulgurante trayectoria como pianista, compositor, cantante y productor musical no pasaban desapercibidos. El Armando Manzanero “ser humano”, buena gente, cercano y familiar, hacía el resto. Una combinación magistral que le valió el respeto y la admiración de medio mundo.
Esta tarde vi llover… y no estabas tú…
Hoy ese hombre siempre educado y respetuoso de rasgos aindiados nos dejaba. Hoy emprendía su marcha hacia otro tipo de existencia. Se lleva consigo amplias maletas llenas del amor, el cariño y la ternura que él mismo proyectaba a través de sus canciones. Con nosotros se queda por siempre su esencia llena de romanticismo plasmada en su voz. Aquella que mas de una vez aderezó miles de historias de amor al sonar de su «Somos novios», su «Adoro», su «Contigo Aprendí», o su «Esta tarde vi llover… y no estabas tú».
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