El color, puede cambiar nuestras vidas
El color, artífice de un cambio de vida
No cabe duda que nuestra habitación, nuestro lugar más íntimo de vida, nuestro refugio, es gran parte reflejo de nosotros mismos, de nuestra propia esencia,… Y, de nuestro propio camino de vida ¿porqué no? Cualquier cambio en ella, puede ser el germen de otro cambio mucho más profundo. Un simple cambio de color, puede ser el artífice, de un cambio de vida.
Ignoro la razón física, mental, o metafísico-sensorial del porqué ocurre pero, en múltiples ocasiones me he encontrado a mi misma cambiando muebles y objetos de lugar, de orientación, de situación, de posición, de todo… No se si son ciclos, etapas o ganas de romper con todo y de alguna forma, cambiar lo establecido. Nos agobia lo que es siempre de una manera determinada, lo que es monótono, lo rutinario… Lo que es así.. porque sí… Pero, a veces, para cambiar nuestra perspectiva de vida no es necesario dar grandes giros a nuestro propio devenir cotidiano. Todo lo contrario. Muchas veces, sin apenas darnos cuenta, con simples y sencillos cambios se generan grandes diferencias. O al menos, mi mente y mi sentido más o menos común, así lo entienden.
Y es cierto. Cambiar las cosas de lugar, en algunas ocasiones puede resultar positivo. Doy fe de ello, y hasta puede hacer incluso que refresquemos nuestra perspectiva. Sin embargo, con el tiempo he llegado a una conclusión. Muchas veces cambiamos de lugar las cosas pero no es suficiente. Lo que deberíamos hacer en realidad es cambiarlas de ubicación en el planeta. Sacarlas de nuestro entorno. Llevarlas lo más lejos posible de todo alcance de nuestra vista, sin más, sería la mejor opción.
Es más, no dejo de creer que en algunas ocasiones es necesario cambiar hasta de casa, de pueblo, de país,… para encontrar el lugar, para encontrarnos realmente a gusto. No cabe duda de que eso es así. Pero volviendo a lo más simple y sencillo, a veces, el cambio o la ruptura que necesitamos tiene que ir mucho más allá, requiere una remodelación más profunda de nuestro rededor vital, algo que se lograría por ejemplo con algo tan mínimo como el cambiar de color la habitación, darle un giro nuevo, a esas cosas, a esos muebles, a esos objetos… en definitiva, darle un nuevo entorno a nuestro propio entorno.
Los poderes del Feng shui
Seguro que habrás escuchado o leído alguna vez sobre aquello del fengshui y de las técnicas más apropiadas para lograr una habitación ideal, sobre la importancia no sólo de la orientación o la colocación de los muebles sino también de algo tan «vital», insisto, como es la luz y el color de la misma.
Según esas técnicas, lo ideal es todo aquello que nos proporcione armonía, es decir, luces cálidas, colores suaves, pasteles y no chillones que generen en nosotros calma, tranquilidad, asentamiento,… como el salmón, el rosa, los colores terrosos, vainilla, limón, verdes, lilas,… En definitiva, un color que nos invite a ponernos en contacto con nuestro «Yo» interior más profundo, no sólo al entrar a la habitación y permanecer en ella determinados momentos sino incluso durante el sueño, en que estamos más desprotegidos y vulnerables al entregarnos por completo a los brazos de Morfeo…
Hoy, he decidido cambiar… cambiar los muebles… cambiar el color de mi habitación… «CAMBIAR»…. Hoy necesito un cambio de vida.