Europa

El Gallo de Barcelos

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El Gallo de Portugal o Gallo de Barcelos

Esta mañana, en una conversación distendida, alguien preguntó si había estado en Portugal. Y sí, he estado. Pero sólo conocí una parte de su norte y reconozco que me cautivó. Definitivamente un país por descubrir. La cosa es que no se cómo, terminamos hablando del famoso gallo de Portugal: el gallo de Barcelos. Y es que Portugal es famoso por sus vinos, sus cerámicas, sus toallas,… pero si hay un souvenir imprescindible y cuasi obligado que tienes que traerte, es uno de estos coloridos gallos.

Gallo de BarcelosBarcelos

Barcelos es una ciudad del norte de Portugal situada en la región de Minho. Una joya portuguesa en cuyas calles que podrás respirar historia, tradición y arte, magistralmente combinada con innovación y modernidad.

Conocida sobre todo por su famoso gallo, Barcelos puede presumir además de tener el mejor, el mayor y el mas antiguo mercado al aire libre de todo Portugal. Se celebra cada jueves junto al río Cávado y dicen que visitar la ciudad en un día de feria es respirar otra Barcelos, degustar una ciudad distinta.

Pero aunque no sea día de feria, Barcelos ofrece inumerables reclamos. Pasear por el centro medieval, contemplar sus monumentos, las viejas torres de piedra junto al río,… Y, por supuesto, degustar su platillo tradicional, que como no podía ser de otra manera, es el gallo asado. Una exquisitez según dicen.

La Leyenda del Gallo de Barcelos

El afamado Gallo de Barcelos, además de ser todo un símbolo en la región, es el sello de identidad nacional. Según dicen, significa serenidad, fe, confianza y honor. Y además, parece ser que, a pesar de ser una excelente pieza decorativa, traerá a tu casa la suerte y la buena fortuna.

Crucero del Señor del Gallo (Barcelos)

«La leyenda cuenta la historia de un peregrino gallego que salía de Barcelos camino de Santiago de Compostela. Acusado de haber robado la plata a un terrateniente, fue condenado a la horca. Como última voluntad, el peregrino pidió ser llevado por última vez ante el juez, que se encontraba comiendo un gallo asado.

El peregrino le dijo que, como prueba de su inocencia, el gallo se levantaría y se pondría a cantar. El juez echó el plato para un lado e ignoró las palabras del hombre. Sin embargo, en el preciso momento en que el preso estaba siendo ahorcado, el gallo se levantó y cantó.

El juez, habiéndose dado cuenta de su error, echó a correr hacia la horca y descubrió que el gallego se había salvado gracias a un nudo mal hecho.

Según la leyenda, el gallego volvió años más tarde para esculpir el crucero del Señor del Gallo que ahora se encuentra en el Museo Arqueológico de Barcelos.»

 

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