Los antojos, mensajes de nuestro cuerpo.
Los antojos, mensajes de nuestro cuerpo.
Pensar que un antojo solo es un capricho, una debilidad de nuestra fuerza de voluntad, es un error. Los antojos son mensajes de nuestro cuerpo. En realidad, se trata de una carencia, lo único que hace esta máquina perfecta que poseemos, es avisarnos. Y es que el cuerpo nos da toques de atención ante los que debiéramos estar atentos.
No se salva nadie, el antojo es un aviso.
Pudiéramos pensar que realmente si hacemos una dieta sana y equilibrada, nuestro cuerpo no debería responder animándonos a comer alimentos insanos. Pero nada más lejos, la mayoría ha sentido esa inconsciencia que nos hace viajar hasta la cocina casi sin darnos cuenta, generalmente a picotear sin hambre. Pues desde ya les digo que nada de experimentar culpa cuando tenemos ese deseo casi irracional, esas ganas terribles de comer chocolate, alimentos salados o dulces. De alguna manera comida contraproducente para la dieta, y en general para la salud.
Realmente lo desacertado es no hacerles caso a esos deseos irrefrenables. De primeras hay que observar, medir por qué experimentamos esos episodios. No se trata de dar rienda suelta a nuestros deseos de comer cualquier cosa. Se trata de entender que solapado con un antojo, puede existir una carencia importante. No solo hablamos de una necesidad imperiosa de sustancias elementales para nuestro cuerpo, también se puede tratar de un problema emocional.
Existen varios tipos de motivaciones para los antojos.
- Ajustes de tipo químico; es decir, nuestro cuerpo nos pide un determinado alimento porque tenemos una carencia. Por ejemplo, nos pide chocolate porque nuestras reservas de magnesio o cromo, están bajas.
- Ajustes por hábitos establecidos a lo largo de nuestra vida; Y es que desde que nacemos estamos sometidos a posibles “malos hábitos alimenticios”, que se prolongan en el tiempo. Ante esta rutina, nuestro cerebro establece el hecho como una costumbre habitual, como una rutina alimentaria sana, cuando no lo es. Por ejemplo, la costumbre de comer alimentos grasosos, fritos, o elaborados con muchos químicos, alimentos dulces, bollería. Lo hacemos cotidianamente desde la infancia, al cabo se establece como rutina normalizada en nuestra alimentación diario.
- El acto incontrolable de comer indiscriminadamente para disipar estados emocionales desagradables. Ya desde bien pequeños muchas veces nos enseñan a acallar nuestro llanto o pataleta, premiándonos con sustancias ricas al paladar, aunque no muy sanas. Ese dato queda grabado en nuestro subconsciente a fuego, una fuente de placer inmediata. Es decir, cuando uno se encuentra deprimido, por ejemplo, y se come sin saber ni cómo, una terrina de helado de 1 kilo, o una tableta de chocolate, quizá «snack» frito, u otros… Y es que engullir esa delicia azucarada nos hace tener placer en aquellos momentos que nos sentimos tan mal, eso obedece a nuestra memoria de sensaciones.
Lo cierto es que en definitiva, el cuerpo tiene sus razones, siempre. Atender a la verdadera motivación de los antojos, pudiera ser un buen camino para determinar qué nos pasa por dentro. Para saber cual es el verdadero motivo, qué carencias, o problemas tenemos tanto física como emocionalmente.