Cultura

Muere Kirk Douglas a los 103 años

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Hay gente que, sin duda, se empeña en desafiar al tiempo asiéndose a la vida con todo lo que ésta les da. Y Kirk Douglas es uno de ellos. Ayer amanecíamos con la noticia de que había marchado de este mundo a otras existencias a la edad de 103 años. Y ya hoy, podemos decir que se ha convertido en inmortal, lo que es mucho más que un simple desafío…

Kirk Douglas, leyenda entre leyendas

Nacido en Ámsterdam (Nueva York) en noviembre de 1916, su verdadero nombre era Issur Danielovitch Demsky. Hijo de campesinos judíos de origen ruso, su infancia transcurrió entre las faldas de su madre y sus seis hermanas mayores. Y es que su padre, trapero de profesión, abandonó el hogar familiar cuando él era apenas muy pequeño. Sin embargo, este hecho no fue óbice para que su camino de vida continuara sin prisa, y apenas sin pausa, hasta convertirse en lo que es hoy, una auténtica leyenda entre leyendas. La fuerza y el tesón que siempre le caracterizaron, y de los que hizo gala hasta el último suspiro le han hecho justo merecedor de este calificativo.

De adolescente llegó a tener hasta 40 empleos diferentes y, con todo, terminó sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de St. Lawrence. Sin embargo, fue un poco más tarde cuando tuvo su primer contacto con el mundo de la interpretación. Y es que no le costó conseguir una beca en la Academia Norteamericana de Arte Dramático de Nueva York, época en la que adoptó el nombre por el que todos le conocemos y recordaremos siempre: “Kirk Douglas”.

Después de volver de la Guerra, a la que fue llamado a filas para incorporarse a la Armada, se hizo con algunos papeles teatrales, en los que participó con una jovencísima Lauren Bacall, a la que había conocido en la Academia. Y fue 1946, el año que marcó un hito en su carrera cinematográfica con su debut en Hollywood. Su papel en “El extraño amor de Marta Ivers”, de Lewis Milestone, fue el punto de partida de una carrera que nunca dejó de avanzar y avanzar… siempre en sentido ascendente. De hecho, nunca paró, y no sólo en su vida laboral, sino tampoco en su trayectoria vital.

Exquisito a la hora de elegir los guiones y la gente con quien trabajaba, protagonizó 92 películas, que se dice pronto. Toda una vida dedicada al Cine en la que llegó a estar nominado hasta tres veces al Óscar al mejor actor. Sin embargo, fue en 1996 cuando logró por fin la estatuilla en reconocimiento a su inconmensurable trayectoria.

Pero aún ya mayor, nunca se detuvo. Nunca se sentó a ver cómo el mundo giraba en torno suyo. Su incansable capacidad de trabajo le llevó a escribir una decena de libros en los que desgranaba su vida paso a paso, letra a letra,… Y con 92 años no dudó en volver a los escenarios con un monólogo de 90 minutos que él mismo había escrito sobre sí mismo: “Antes de que olvide”.

Hoy el mundo entero llora su muerte. La muerte de un hombre que hasta el último aliento desafió al mismísimo tiempo. Un hombre que vivió y se desvivió toda su vida. Un ser de otro tiempo, cuya memoria trascenderá y que más que inmortal, se volverá eterno…

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