Pareidolia, lo que parece pero no es.
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Pareidolia, lo que parece pero no es.
La pareidolia obedece a un estímulo confuso y poco organizado que hace percibir a la mente imágenes erróneas. Pudiera ser perfectamente, que también obedezca a un estímulo confuso y poco organizado que hace percibir a la mente “creencias” erróneas, muy erróneas.
A veces, sobran los motivos y falta la razón.
Y es que a veces sobran los motivos y falta la razón. Creo que ese símil es perfecto para describir la pareidolia, lo que parece pero que no es. ¿Cuántas veces imagina el ser humano tener todos los motivos para creer algo, pero en realidad ninguna evidencia de que el hecho sea así? ¿Cuántas? Creo que este fenómeno se da en muchos aspectos de la vida, en muchos.
Suele pasar que reconocemos a veces, en el lugar menos esperado, una imagen familiar producto de nuestra imaginación. Una cara en una nube, un cuerpo en una montaña, un elefante en una roca, en un enchufe dos ojos y una boca, y hasta una manada, la silueta de animales en las sombras de una fachada
Básicamente parece que es un acto reflejo, que a todos nos sale sin querer. Obedece nuestro subconsciente por mera habituación a ver determinadas formas, siluetas, perfiles que le son familiares. Y es que el cerebro, raciocinio o inteligencia, no puede impedir encontrar en todo lo que mira, un cierto parecido a formas ya existentes. Sobre todo, apuntan los expertos, hacia algo que tenga los rasgos generales de un rostro, para eso tenemos esa macro base de datos que acumulamos desde que nuestra vista es capaz de definir formas.
Una manera de protegernos del peligro
Cuentan, que es esencialmente una manera de protegernos del peligro. Así, cuando nuestros antepasados empezaron a luchar contra las amenazas externas a su cueva, estos podían distinguir lo que era un verdadero peligro, de lo que no lo era. La silueta de un animal depredador, por ejemplo, activaba todos los protocolos de protección, ya que la imaginación anticipa instinto de protección ante el posible peligro.
Nuestra máquina de pensar es tan conservadora con la vida, que antes siquiera de procesar totalmente lo que estamos viendo, ya una parte de la misma resuelve. Lo primero es hacer un juicio y tomar decisiones al respecto, y todo sin haber visto correctamente lo que se mira, parece pura supervivencia.
La Pareidolia aplicada a la aptitud.
Si eso se lo aplicamos a la mente consciente, es decir al efecto visual, parece lógico, pero y si le aplicamos el término a la aptitud. Creo que la pareidolia se puede aplicar perfectamente a la percepción sintiente de las cosas, de las acciones y reacciones humanas. Y es que a veces sobran los motivos y faltan las razones, y si estamos esperando ver una casa en una nube, porque otro ser humano la ve, o porque nosotros mismos ya la vimos antes, o cualquier otro motivo preconcebido, ahí que la vemos.
Es muy poderoso el efecto perceptivo, capaz este de hacernos tener juicios anticipados por puro instinto genuino. De ahí mi máxima, “a veces sobran los motivos y faltan las razones”, y es que vemos como actúa una persona, y sin saber más ya nos sobran los motivos para especular. Nos hacemos cábalas de aquel ser humano, aunque verdaderamente nos falten razones de peso que avalen nuestras conjeturas, eso siempre ha sido así y lo seguirá siendo.
Indudablemente los seres humanos somos instintivos por naturaleza, en todos los sentidos, lo suyo sería serlo para protegernos de posibles amenazas a nuestra vida, aunque muchas veces solo sea mera especulación imaginativa.