Paronella Park: el sueño hecho realidad de un emigrante español

Como si de una historia novelada se tratara, se hizo real el Paronella Park. El sueño hecho realidad de un emigrante español, José Paronella. Un catalán que llegó desde Barcelona a aquellas tierras allá por el año 1913 en busca de un mejor futuro. Gracias a su ingenio y su mentalidad empresarial, logró realizarlo. Un parque construido con sus propias manos y recursos para uso y disfrute de propios y extraños.

José Paronella: historias con historia

Según cuenta su biógrafa Dena Leighton en “The Spanish Dreamer”, José nació en un pueblito del Alt Empordà en 1887. Fue el menor de seis hermanos. Abandonó la escuela pronto en busca de trabajo llegando hasta Pamplona, donde se ganaba un jornal como panadero. Pronto decidió unirse a su novia de siempre, Matilde Soler, y formar una familia. Y fue cuando iba a casarse, cuando le hablaron de Australia como la tierra del futuro. Así que decidió probar suerte.

Llegó al norte de Queensland para trabajar en la caña de azúcar a los 26 años como muchos otros emigrantes españoles e italianos de la época. Atrás dejó a su novia con una promesa. Volvería para casarse con ella cuando lograra situarse y ahorrar algo de dinero.

En cuanto pudo compró su primera parcela de tierra. Cuando empezó a ganar dinero con su granja la vendió y compró otra mejor. Y así, haciendo gala de su visión para los negocios compró y vendió una docena de propiedades más en los años siguientes. Pronto pudo amasar una pequeña gran fortuna.

A los 34 años, ya se había convertido en un hombre rico de la época. Lo siguiente fue adquirir la nacionalidad australiana para empezar a construir un sueño. Al parecer cuando era niño su abuela hacía volar su imaginación contándole románticas historias de castillos. Incluso los había conocido cuando trabajó en Pamplona. Así que decidió construir su propio castillo allí, en plena selva tropical de Queensland. Lo abriría como parque temático para que sus visitantes pudieran admirar en él un pedacito de su tierra natal. Sin embargo, antes debía volver a España a cumplir su promesa.

Y así lo hizo. Pero no todo estaba como lo había dejado al partir. Ya habían pasado 11 años desde su marcha sin escribir ni una misiva a Matilde y cuando llegó, la encontró casada y con dos hijos, pues había perdido toda esperanza de que José le cumpliera. Una vez más, la vida le sorprendía con un cambio inesperado para mayor fortuna. Y es que, Matilde tenía una hermana más joven que ella, Margarita, y su madre viendo la manera de reparar el “agravio”, arregló que José casara con ella en su lugar y así todo quedaba en casa. Como era rico y guapo, Margarita, no halló razón para negarse.

Felizmente casados, aprovecharon su luna de miel para visitar gran parte de Europa, sus edificios y jardines más bellos, sus parques turísticos, cines, salas de baile y cafés y de regreso con su esposa a Queensland, se puso manos a la obra, pues, tenía mucho por hacer.

Nada más llegar empezó a buscar un lugar ideal para construir su castillo y lo encontró justo en Mena Creek, una cascada al sur de Innisfail.

El Paronella Park

El terreno tenía tres alturas y José puso en marcha su obra, tal y como lo veía en su cabeza. En lo alto, construyó una casa para su familia, hoy usado de museo. En la parte media su “Castillo”, un edificio con una gran sala y escenario que usaba como sala de proyección de películas, representaciones de teatro, banquetes,… y en la parte de abajo del terreno construyó unos jardines maravillosos donde recopiló y plantó más de 7.500 plantas y árboles tropicales.

Finalmente, la guinda del pastel la puso con la cascada, concretamente usándola para generar energía para todo el parque. Fascinado por los proyectos hidroeléctricos que había conocido en Europa construyó la primera turbina hidroeléctrica del norte de Australia sirviéndose del agua de la misma. Y como toda esta energía no podía almacenarse, la usó como iluminación para los focos de su teatro, para su “Túnel del Amor”, que las parejas podían atravesar para llegar a un rincón escondido con un pequeño salto de agua, para alimentar las bombas y transferir el agua a las fuentes de los jardines e incluso daba energía a un pequeño pueblo cercano. Sin duda, una finca de ensueño dentro de una jungla exuberante.

Se había hecho realidad el sueño. El Parque Paronella se convirtió en un lugar próspero incluso después de la Guerra. Sin embargo, fue en 1946 cuando un ciclón trajo consigo lluvias torrenciales que ocasionaron en el mismo un resultado catastrófico inesperado, anegando algunas estancias y destrozando otras, convirtiendo todo en una gran mole de lodo, escombros y troncos de árboles. Por primera vez estuvo cerrado durante seis meses. Y pasaron años antes de que se recuperara totalmente de la inundación.

Dos años más tarde de la tragedia, José fallece aquejado de un cáncer de estómago fulminante y su familia continuó con la explotación del Parque hasta que, sus nietos lo vendieron en 1977. Tras muchos años de abandono, la propiedad ha llegado a manos de sus actuales dueños Mark y Judy Evans, que, fascinados por la historia de José, lo adquirieron en 1993, se dedican a su conservación y lo han vuelto a abrir al público, tal y como él hubiera querido.

**Imágenes 1, 2 y 3, extraídas del archivo de la State Library of Queensland bajo licencia Creative Commons (Attribution 3.0 Australia) y de Queensland Migration Heritage.

**Para más información, fotos, direcciones y horarios de visita, accede a la web del Parque: http://www.paronellapark.com.au/