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Sólo recuerdo mi sombra…

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Escaleras

Después de horas conduciendo hacia el viejo castillo, noté como mis manos empezaban a tornar transparentes, difusas, imperceptibles. No recuerdo cómo llegué allí.

Sólo recuerdo mi sombra, al lado de otra.

Ignoro cómo salí del vehículo. -Ignoro siquiera cómo ni cuándo entré en él. –

Recuerdo vagamente cómo mi mente se deslizó fuera del cuerpo abalanzándose sobre la aldaba que colgaba silente y cadenciosa de la madera, presagiando algún tipo de eco sordo y retumbante.

No pude ver quien acudió a la llamada. Sólo se que mis ojos encararon fijamente aquella puerta gigantesca que me observaba durante unos miles de millones de segundos, y al instante siguiente estaba sumida en el más absoluto silencio del oscuro. Ante mí se abría paso la espiral interminable de una antigua escalera apenas iluminada por un tenue rayo de luz.

Intenté volver atrás intentando buscar la puerta que me había invitado bruscamente a entrar. Mis manos ya no eran manos, mis puños se deshacían vaciándose de sangres y de pieles. Grité en vano en busca de mi sombra. Sólo encontré silencios con olor a moho y naftalina.

No se si tenía miedo, sólo lagrimas secas hechas grafito.

Levanté lo que quedaba de mis pies y me encaminé hacia el primer escalón, que me retaba riéndose de mí. Ya en el segundo, la escalera tomó forma descendente y me envolvió en sus balaustres empujando mis restos hacia un precipicio desconocido, pero conocido.

Caí, caí y caí hacia mis adentros.

Sólo recuerdo mi sombra, aferrándose a la mano de la otra.

Silbaba la cafetera. El olor a café impregnaba la estancia. Intenté cogerla con mis manos y noté el calor que me abrasaba. La solté en el aire y se derramó. Dejé todo perdido de vocales…

y consonantes…

 

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