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Catarata Victoria. Una celestina con nombre de reina.

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Catarata Victoria

Una catarata en la frontera.

Zambia, Zimbabue y  Zambece son súbditos de la Reina, de su majestad la divina caída, la gran catarata. Ellos son vasallos de cada centilitro de agua que serpentea río abajo hasta saltar en mortal desnivel. Dos orillas fronterizas que comparten puente de acero, fabricado ya hace más de cien años.

El río acaricia las dos Tierras.

El Zambece, que viene como al encuentro de los dos países, Zambia y Zimbabue,  fluye sigiloso hacia el océano índico,  acariciando las orillas de la tierra, de las dos Tierras. Ve seres humanos, animales, aldeas, huertas, viviendas… ve el río, por doquier y a su vera, vida.

Y discurre el agua a borbotones, como deseosa de encontrarse con ella, la as Mosi oa Tunya, que ese es su nombre indígena… Espectacular caída, 108 metros de altitud y más de kilómetro y medio de largo, supera con creces a las de la  maravillosa Niágara.

Y es que para encontrar otra que asemeje a la altura de esta en su conjunto, con su torrente  y tamaño, tendría que ser tal que la impresionante catarata de  Iguazú.

Una celestina muy particular

Solo una salvedad, aquella magistral Iguazú,  no es la celestina impávida  de Zambia y Zimbabue. Aquella no ha sido testigo de un romance eterno, ni de la belleza de los enamorados… Aquella, habrá vivido sus propias historias, rodeada de bellezas sin igual, pero de ese amor eterno, que supera ya los 20 millones de años, ese que mientras haya mundo existirá, de eso quien sabe es la Reina, ella y cada gota que se desborda por el abismo de su silueta.

Un saludo y Buena Vida.

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