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El puente del diablo en Alemania: entre la fascinación y la leyenda

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Es innegable que el mundo está lleno de lugares asombrosos y fascinantes, a cuál mejor. Y por más que nos dediquemos a recorrerlo, no nos daría la vida para descubrirlo por completo. Siempre hay lugares increíbles que esperan pacientemente a sorprendernos, y al que dedicamos hoy estas líneas es uno de ellos. Se trata del Puente Rakotzbrücke o Puente del Diablo, en Alemania. Un destino asombroso para propios y extraños rodeado de misterios leyendas.

Situado en la pequeña localidad de Kromlau, en Sajonia, podemos encontrar esta peculiar construcción que data de 1860 y que está enclavada dentro del Parque Natural de los Rododendros… Veamos algo más sobre este poco conocido pero inquietante puente.

El Parque Natural de los Rododendros: pinceladas de historia

Nos remontamos a algunos años antes, concretamente a 1842. Ese año, Friedrich Hermann Rötschke, un importante terrateniente de la zona compró la mansión Kromlau y sus terrenos anejos. Dos años después, en 1944, movido por su amor por la naturaleza y haciendo suyas otras ideas que habían llevado a cabo vecinos suyos, empezó a construir lo que es hoy el Parque Natural de los Rododendros.

El parque abarca unas 200 hectáreas de terreno que hacen las delicias de cualquier amante de la botánica. Y es que en él habita un número inimaginable de bellas y raras especies de plantas y árboles. Un auténtico vergel en el que destaca “el estanque de nenúfares”. Una amplia representación de plantas singulares como el té del labrador del norte o el brezo de turbera se adueñan de él. Además, el parque lo pueblan curiosas variedades de roble como el roble escarlata o el roble negro del Este. Y junto a ellos, una enorme variedad de flores como azaleas o los rododendros, visten el lugar de vivos colores a cada paso.

El Puente del Diablo, en Alemania: una visión inquietantemente fascinante

A pesar de constituir un auténtico paraíso natural, una de las estructuras más llamativas dentro del parque es precisamente este puente: el Puente Rakotzbrücke, que extiende su arco sobre el lago del mismo nombre.

Dicho así podría parecer la descripción de un puente cualquiera. Sin embargo, éste resulta particularmente impresionante porque su reflejo en el agua dibuja un círculo perfecto desde cualquier punto de observación.

Fueron diez años los que tardó la construcción del puente. Fabricado principalmente con piedras de basalto, y asegurado inicialmente con soportes de madera. En 1882 el carpintero Traugott Wolsch, de Gablenz falleció al retirar estos soportes. Trágico destino que se recuerda en una placa.

Los extremos del puente también son mágicamente llamativos. Y es que éste se encuentra flanqueado por agujas de roca cinceladas que emergen del agua reforzando en el puente ese aire de cuidado misterio que lo envuelve.

Al parecer,  fue construido no porque fuera útil y práctico, sino con interés más bien estético. Realmente es bastante inestable para que puedan pasar por encima de él personas. De hecho, las autoridades alemanas han prohibido transitar por él. Inestabilidad que avalaría la teoría de que la apariencia primaba sobre la utilidad.

Según las crónicas de Aisch (1909, p.139) el puente del Diablo en Alemania costó “50 mil táleros y una vida humana”.

En cuanto a su nombre, existen diversas teorías que transitan entre realidad y leyenda. Según dicen, acogió este sobrenombre porque parecía increíble que pudiera mantenerse en pie debido a su forma, por lo que tradicionalmente se cuenta que pudo ser construido por el mismo diablo. Y la verdad es que más allá de cuestionar que sea una historia más o menos real, lo cierto es que le da al puente y a su apariencia un cierto halo de misterio inquietante.

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