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La Felicidad soñada

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La felicidad soñada por cada uno

El Dinero y la felicidad

En su mayoría, las personas aseguran que serían más felices con sus cuentas saneadas. Incluso si dispusieran de un buen remanente económico, serían más felices aún, cuanto más de una cosa, más de la otra. Dentro de ese perfil de felicidad soñada, hay una larga lista formada por quienes lo serían con poco, lo suficiente para dejar de trabajar, o lo suficiente para pagar la hipoteca, ayudar a la familia, hacer un gran viaje u otros motivos nada ostentosos. Eso parece que da la felicidad, objetivos de vida mundanos, no sueñan con inmensas fortunas. 

Dicen que para ser feliz no hace falta ser rico, pero hay muchas personas que no se conforman con estar saneados. Muchos quieren lujos, últimos avances, últimas modas, últimos modelos de todo. Para estos no hay término medio, aquí es todo o nada, felices o infelices. Viven por y para el dinero, él les da la felicidad.  

La Comida y la felicidad

Después de ese gran deseado que es el señor dinero, puedo creer que lo segundo en dar la felicidad es comer, pero eso no se lo cree nadie. Comer no da la felicidad, todo lo más  propicia unos momentos placenteros mientras se degusta la comida, mientras la engullimos, pero ahí termina la oleada de endorfinas invadiendo nuestras sensaciones. Igual que cuando nos dan un masaje, o bailamos, hacemos el amor, u otras actividades que nos producen goce, se termina el acto, acaba el placer.

La cruda realidad

En realidad, la felicidad no nos la da engullir, por lo menos no la felicidad duradera. Esa nos la da decidir si comer o no comer, o lo que es lo mismo tomar la decisión. Es decir, comer nos da placer, en muchas ocasiones mucho placer, por otro lado decidir lo que uno come, hacerlo de manera sana, y  a sus horas, tener el control, eso  da la felicidad. Poder entender que esa es la mejor manera de que nuestro cuerpo esté al 100 por 100 de energía y de salud, sin hacer dieta, simplemente porque uno así lo desea y lo elige, uno decide, eso genera tal bien estar, que básicamente le puede cambiar la vida a uno. No me lo invento, se de buena tinta que es así.

El Éxito y la felicidad

Tener éxito, ser famosos o conocer a alguien famoso,  que los demás te admiren, sentirte importante, que se te escuche. Ser  felicitado por tu familia, en tu trabajo,  seguido y reclamado en tus redes, en tus círculos. Ser sobresaliente en algo, importa a la mayoría, y mucho. En realidad todas esas experiencias generan placer,  más oleadas de endorfinas, que desaparecen en el momento en que el éxito decae, en el que tengas un fallo, en el momento que no te den «like», o no te visualicen, en el momento que cambien las tornas, dejarás de sentir placer.

Creer en uno mismo

Parece que ser exitoso felizmente va más por el camino de creer a pies juntillas  en uno mismo, prepararse, y lanzarse a por aquello que quieres confiando en el potencial que posees, sin dudas más que las justas. Será entonces cuando tanto en los buenos como en los malos momentos, nada externo podrá hacer tambalear tu mundo, porque tú sabes quién eres, y la opinión de los demás será interesante pero solo será su opinión.

La realidad es que el éxito mayor lo tiene aquel que cree en sí mismo y no necesita que se lo diga nadie, aquel que persigue sus sueños disfrutando de cada segundo que le lleve llegar hasta ellos, de lo malo y de lo bueno, aquel que no le importe caer porque confía en sí mismo y no duda de su renacer. Uno es feliz, el éxito no condiciona, es solo una faceta más de nuestra vida.

El Amor y la felicidad.

Seguro que el amor sí que nos dará el elixir de la felicidad.

Yo sé que lo primero debió ser esta cuestión, pero es curioso como las personas cuando les preguntas què les haría feliz, se consideran servidos o conformados en el amor. Cuando no es así, presuponen que  con dinero lo conseguirán seguro, el amor digo. También creen que les vendría solo si comieran menos y tuvieran un cuerpo esbelto. Por supuesto tener éxito también parece que garantiza de todas todas el amor. De cualquier manera es óbice que tener el amor verdadero, el perfecto, el ideal, también es requerido para ser feliz.

En su mayoría el ser humano se ve feliz junto a otro ser humano amado, sueña con ese amor correspondido, forja un mundo de perfección alrededor de una fantasía que rezuma felicidad. Y ahí está el problema, que cada uno tiene su propia y muy personal fantasía, cada ser humano es diferente, único, inédito. Imaginar que todos idealizamos a una pareja, básicamente, como un reflejo de lo que es uno mismo o lo que uno desea. Y entonces, por el mundo tiene que haber alguien que encaje en el perfil, alguien con toda clase de más y menos. Y todo este despliegue de perfección es con intención, con intención de crear un proyecto de por vida. La verdad que el objetivo en esta cuestión es complicado, no parece sencilla la cosa. Pero como todo es relativo, cuando no se cumplan las expectativas de nuestra idealización, entonces viene el bajonazo de endorfinas, de la felicidad del amor a infelicidad del desamor.

Organizar la cabeza propia

¿Qué pasa cuando no se idealiza? Pasa que de lo que sea cada uno, se hace un algo nuevo, igual no va bien, pero si encaja eso genera un vivir feliz.

¿Qué sucede cuando tú cuentas con lo que tú eres, y dejas que la otra persona sea ella? Pues sucede que si no va bien adiós, cada uno por su lado y a seguir viviendo. Pero si funciona, ese respeto al ser, eso genera un vivir feliz.

¿Qué ocurre cuando confías en ti mismo primero que nada, y en la otra persona después que nada? Pues ocurre que si te falta a la confianza mala suerte y hay que seguir. Pero si se genera una confianza mutua y no te falla, eso es un vivir feliz. Más que un sueño el amor es ser y dejar ser,  un no imaginar sino más bien un crear, un confiar más que un sospechar, un dejar ir más que un aguantar.

Y es que ser feliz, para empezar no está en la otra persona, ni en el dinero, ni en el éxito, ni en la comida, me parece que en uno mismo es donde, realmente y ante todo,  estuvo, está y estará.

Gracias. Un saludo y Buena Vida

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