Ha sido la noticia que ha abierto diarios y boletines de radio y televisión en los últimos días. Y es que la costa suroeste española ha sido asolada por una nueva gota fría. Otra «Dana» (depresión aislada de niveles altos) que ahora mismo se aleja tierra dentro con menor fuerza, pero que ha dejado a su paso un balance de 6 víctimas mortales y un reguero de desolación. Un fenómeno que, a pesar de lo que pueda parecer, se suele dar en esta época y en esta zona de la península precisamente.

Sin embargo, esta vez, la Dana se ha dado con especial virulencia, lo que ha hecho aflorar la cara más humana de las gentes. Esa “cara B” que nos empeñamos en ocultar por quién sabe qué razones y que en estas situaciones extremas aflora y se hace más visible.

Y no hablo de esas caras, de gentes dirigentes, que se presentan de forma oportuna a hacerse más de una foto. Esas caras ocultan otras caras.

Hablo de esas caras de gentes que desoyen las palabras «gota fría» y arriman el hombro en pro de otras.  Esas caras de gentes que arriesgan sus propias vidas por ayudar a poner a salvo a otras. Son las caras de gentes que son los auténticos héroes cuando ocurren estos inesperados fenómenos. Caras de gentes que una vez pasado el trance, seguirán sus vidas y volverán a convertirse de nuevo en anónimas gentes, en anónimas caras.

Hoy dirijo estas letras a esas caras. A todas esas caras de gentes que integran las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a Bomberos, Protección Civil, Cruz Roja, … A ellos… pero también a todas esas otras gentes, vecinas, amigas, conocidas, desconocidas… Gentes que se lanzan a salvar otras vidas aún a riesgo de las suyas propias, …

Un humilde homenaje y reconocimiento desde esta Mirilla que todo lo observa a esas otras caras… a esas otras gentes.