Navidad en Noviembre…
¿Qué nos está pasando?
Hay una canción de Rosana, en la que lanza un deseo al aire diciendo… «para que todos los días sean Navidad»… Desde luego en esas palabras se esconde un mensaje mucho más profundo, por lo menos a mi parecer. Un grito a quien la quiera escuchar para que esa ilusión, esa alegría, esa generosidad, esos buenos deseos que se contagian a todo el mundo en tales fechas trascienda. Pero está claro que eso es en su canción. En la realidad, no sé qué nos está pasando.
No sé si es por la canción, por un deseo consciente inconsciente real de buenas nuevas, o por un simple y anodino afán consumista. Lo cierto es que cada vez la Navidad se extiende más en el tiempo. Se está produciendo un fenómeno social sin precedentes que no sé si alcanza a otros países o sólo sucede aquí. Y es que nada más terminar Halloween ya estamos haciendo los preparativos navideños. Ya muchos hemos probado polvorones, turrones y otras chucherías navideñas… En muchos sitios, además, ya han tenido lugar los tradicionales encendidos… No sé lo que está pasando, pero… queda mucho, muchísimo para el 25, y ya se respira Navidad… en Noviembre.
¿Navidad es sinónimo de felicidad?
Una vez leí por ahí que la gente que pone las luces, o la decoración navideña en general antes de tiempo son más felices que quienes las ponen a último momento o, simplemente no la ponen. Es más, parece que esto lo avalan hasta algunos estudios científicos. Sí, sí, como lo leen.
Según un estudio publicado en el Journal of Environmental Psychology, “los ciudadanos que lucen la decoración navideña a partir de Noviembre son más amigables y accesibles con sus vecinos, y por tanto, más felices.”
Y a raíz de este estudio, el psicoanalista Steve McKeown lo fundamenta al decir que «en un mundo lleno de estrés y ansiedad, la gente desea asociaciones que les hagan felices; y la decoración navideña evoca esos fuertes sentimientos de alegría de la infancia. La atmósfera navideña sirve de anclaje o atajo para esas emociones mágicas de excitación de nuestra infancia. Por tanto, adelantar la puesta en escena de la decoración navideña extiende la alegría.
Probablemente tengan razón. Yo no lo sé. Lo que si se es que este año, ya desde mediados de octubre he visto estantes en los supermercados llenos de turrones y productos navideños. Y de hecho, no podría asegurar si eso nos da más felicidad o, por el contrario, nos produce más estrés. Lo que si sé, es que si seguimos adelantándola tanto en el calendario, vamos camino a empezar una navidad, nada más acabar otra… Y las luces, las decoraciones, las sonrisas, … por más felices que nos hagan, no se si lograrán aplacar los devastadores efectos emocionales de vivir una eterna cuesta de enero.