¿Qué nos estamos comiendo?
Lo reconozco. No suelo hacer mucho caso de los vídeos que circulan por WhatsApp. Es más, no me duelen prendas en reconocerlo: la mayoría caen en los abismos más profundos y negros de la papelera de mi teléfono. No se si por prisas, por desinterés, por aburrimiento, o porque hay quienes envían memes y vídeos de forma compulsiva y me dejan el móvil a punto de desfibrilador. Lo cierto es que pocos conservo.
Pero fue ayer mismo, cuando captó mi atención un vídeo que publicó una amiga en un chat. Ignoro porqué le di al “play”. Supongo que por la remitente de quien venía, y también porque tenía unos minutitos para dedicarle… no lo sé. Y… verán ustedes lo que me encontré.
No sé si es actual, ni siquiera si es real (aunque creo que sí), no sé quién lo grabó, o si forma parte de alguna campaña extraña de desprestigio hacia la empresa, pero les advierto que puede herir alguna sensibilidad. De hecho, ya lo comprobé cuando los mostré a otro alguien anoche.
Ni siquiera les voy a contar lo que se ve en él. Solo les voy a animar a que lo vean y juzguen ustedes mismos.
La pregunta que se me viene a la cabeza es la que he referido como título. ¿Qué estamos comiendo? Cuando vamos al super ¿Somos conscientes realmente de lo que compramos y luego comemos?
Más allá de si los productos que adquirimos son sanos, de poco valor calórico o no, ricos en grasas o no, repletos de azúcares o no, caros o baratos… ¿Sabemos de dónde vienen? ¿Cumplen con unas mínimas garantías sanitarias?
Se me viene a la cabeza una noticia que salió en España a principios de mes. En ella podíamos ver cómo en el menú de un comedor escolar se habían colado larvas escapadas de un frasquito de especies. Incalificable el hecho. Innumerables las miles de reacciones de repugnancia que me produce el sólo hecho de imaginarlo.
Y no me quedo ahí. Hablemos de los restaurantes, cafeterías, guachinches (como se llaman aquí), o lugares de “fast food” o comida rápida. Desde hace unos años han proliferado en las televisiones diferentes programas que se dedican a explorar sus cocinas y cocineros encontrando en ellos no sólo mal aspecto, suciedad, y falta de higiene sino también una amplia gama de fauna animal que campa a sus anchas de caldero en caldero, o de plato en plato…
Me pregunto en qué medida buena parte de las enfermedades que venimos padeciendo las generaciones actuales como auténticas “plagas” son causadas por lo que ingerimos. Me pregunto, insisto ¿sabemos lo que estamos comiendo?