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Alzheimer y los relatos de Aurora

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Alzheimer y los relatos de Aurora

Le dije que me contara cosas de Aurora, o mejor de Aurorita, y tardó menos que nada en ponerse las chanclas, los diez años y el sombrero… Y caminó feliz a otros momentos,  hacia sus recuerdos anegados de claro-oscuros, hacia la felicidad de otro universo en otro tiempo, instantes que se le borraban por momentos… los relatos de Aurora envueltos en la nebulosa del cruel alzheimer, el infierno.

El éxodo hacia el país de nunca jamás.

Y es que para Aurora volver a su infancia, a su juventud, a su vida de antaño, a su recuerdos, a su madre… ¡ay cuánto añoraba Aurora a su madre! esa no se iba de su recuerdo… Volver simplemente a algo pasado era navegar por mares de irrealidad, de posible imposibilidad.

Alzheimer maldito ladrón de recuerdos

Tiene 82 años y no entiende qué le está pasando, porque a ratos es ella y a ratos no sabe quién es, ni siquiera se percata de su propia ausencia en esos momentos de “impresencia”, se pierde en el abismo de lo irreal, pero para ella, lo verdadero es ese momento.

Está hablando normal y de repente guarda silencio, se va, mira al vacío por sobre mi hombro y al poco vuelve, y me observa asustada, perdida en la confusión del momento incierto, y entonces con encaró angustiado, porque se percata de lo que está sucediendo, me pregunta nerviosa, -¿qué le pasa a mi cabeza? ¿por qué no encuentro mis recuerdos?- y espera Aurora una respuesta que tiembla en mi garganta atenazada por la emoción y la pena,  la impotencia, la empatía, mis propios miedos…

Aurorita la niña y el abuelo

Aurora fue niña y aun en la escasez y en lo muy difícil del momento, recuerda su infancia y saltan chispas de emoción, ahí no hay titubeos, habla ligera, me cuenta  esto y aquello, sus padres, sus hermanos, los abuelos,… ¡como quería Aurora a Pedro, su abuelo! Me dice; «era tan bueno»…

Me hablaba de las cabras, cochinos, conejos, del monte, de la leña, de ir a lavar al barranco, de los juegos… del colegio en los días de lluvia ,porque iba solo si padre decía que pa´trabajar en las tierras el tiempo no estaba bueno. Solo era una niña, pero eran otros tiempos… y lo más importante, ella lo cuenta con la ilusión y la emoción inundando sus adentros.

Es feliz, consciente, es presencia de la realidad por momentos, pero se vuelve a ir y cada vez se queda allá lejos, cada vez más tiempo en el vacío del silencio eterno…

Maldita enfermedad que se roba los recuerdos, que aniquila la memoria, el hacer, el decir, aniquila todo lo humano hasta que acaba matando el cuerpo.

Un abrazo a todas las víctimas, a los enfermos, y como no a todas aquellas personas que los cuidan, con amor, con paciencia, con desvelo…

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