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Camino al Paisaje Lunar. Maravillas de Tenerife

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Los pongo «in situ». Tenerife, Parque nacional del la Corona Forestal (El Teide). Si vivimos en la isla, directamente en coche o en guagua hasta Vilaflor. Si no, primero avión o embarcación. Una vez en Vilaflor, al sur, tomando senderos, la cuestión es caminar para llegar hasta la Luna en la Tierra. Hoy en esta Mirilla, nos trasladamos al Paisaje Lunar.

De camino al Paisaje Lunar, una excursión a otro planeta

Se nos ocurrió tomar el domingo para hacer una excursión por la isla. Y miren, no es por nada pero hay lugares muy lindos, como en todas partes. Nos decidimos al final por El Paisaje lunar. Chicos y grandes nos pertrechamos con calzado y ropa aparente, viandas ligeras para la mochila, y mucho entusiasmo.

Nos levantamos temprano el día señalado, y con todos los enceres, ropa, comida, gorras y agua, fundamental, nos montamos en los coches. Y desde el norte rumbo al sur, hasta Vilaflor. Ni prisa, ni agobio, así que a lo largo de las dos horas de trayecto paramos más de una vez. Cuando dejamos la autopista para adentrarnos por carreteras, primero,  y después por caminos rurales, las vistas son como para no tener prisa. Dejamos los vehículos en un campamento a una hora y media caminando, del destino. Mochilas, gorras y marchar por el sendero disfrutando a tope del camino.

Otra epoca otras historias. Vilaflor, Fasnia, Arico…

A uno se le pasa por la cabeza si por aquellos senderos hace muchos años pasaban los habitantes de la zona, Vilaflor, Fasnia, Arico… Son pueblos todos estos, que rodean el enclave. Hace cuarenta años para los habitantes de aquella época, el monte no es lo que hoy, un lugar de esparcimiento. El monte era la fuente de abastecimiento, leña, agua, frutos, caza…

El sendero tanto tiene lomas soleadas, como tramos llaneando a la sombra de la fronda.  Un espectáculo de negros, verdes, ocres, azules y blancos, adornando una tierra residuo de volcán. No somos expertos caminantes, pero el tramo es «hacible» y hasta los más  pequeños recorren el trayecto a pleno disfrute.

Pinos altos y bajos, bifurcaciones de veredas, laurisilva, fayal-brezal, cielo mar y tierra… Y se nos apareció el paisaje, El Lunar, el de otro planeta. La última vez que estuve, la neblina reinante no me permitió ver el entorno, pero hoy el día es claro, luminoso.

A la vista una zahorra blanquecina, amarillosa, naranja…

El aspecto que toma el relieve se debe a la erosión de los agentes atmosféricos, es decir el viento, la lluvia, el sol, cada uno es su medida desgasta el terreno y deja a la vista una zahorra blanquecina, amarillosa, naranja… y seguro que ustedes le encuentran algún color más. A eso sumamos la forma que toma el montículo, aparentando plenamente un paisaje de Marte, o de la Luna, un sitio poco Terrícola, vamos. Hay que reconocer que impacta las formas tan parecidas, el silencio, los colores…una visita siempre enriquecedora e inolvidable.

Regresamos sin prisa, después de disfrutar del entorno por largo rato. En la tarde ya comidos, y descansados, con las pilas cargadas de luna, de naturaleza, de vida, nos pusimos en marcha para el regreso. Un atardecer hermosísimo que dibujaba el ocaso más bucólico que se puedan imaginar… Espectacular el día, detrás de cada encuentro con la naturaleza, hay una experiencia de vida enriquecedora.

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