Psicología

El curioso síndrome de la superioridad ilusoria

Compártelo aquí:

el síndrome de la superioridad ilusoria, en el campo de la psicología social,  es una condición de sesgo cognitivo. Se trata de aquellas personas que  sobreestiman sus propias cualidades y habilidades, en relación con las mismas cualidades y habilidades de otras personas. Definitivamente la ignorancia es muy atrevida.

¿Qué es el sesgo cognitivo en el síndrome la superioridad ilusoria?

Antes que nada explicar que el sesgo cognitivo es la interpretación errónea sistemática de la información. Hablamos de la que tenemos disponible y que ejerce influencia en la manera de procesar nuestros  pensamientos, emitir juicios, y tomar decisiones.

Ya lo dijo el escritor español del siglo de oro  Baltasar Gracián; «el primer paso de la ignorancia es presumir de saber» 

¿Cómo surge este síndrome de la superioridad ilusoria? 

El síndrome de superioridad ilusoria fue descrita y demostrada a finales de la década de los 90. Los estudios los llevaron a cabo por los psicólogos sociales David Dunning y Justin Kruger, ambos de la universidad de Cornell, Estados Unidos. Por lo que a este síndrome también es conocido como el efecto Dunning-Kruger. Los resultados de su investigación  fueron publicados en el Journal of Personality and Social Psychology (revista científica de La Asociación Estadounidense de Psicología) en diciembre de 1999.

Los resultados del estudio hacen referencia a una ilusión interna de personas con menos conocimientos. Estas personas sobreestiman sus habilidades e ideas, y subestiman el potencial de los demás. Su hipótesis es que “la ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento”.

¿Qué desencadena este sentimiento de superioridad?

Es la misma incapacidad la que les impide darse cuenta de ello, ya que estas personas piensan que sus ideas son las únicas que valen. Son personas que viven en su mundo  placentero, creyéndose que son más listos que los demás; por supuesto una mera ilusión. Las personas con el síndrome de superioridad ilusoria no escuchan, no valoran la opinión de los demás porque ellos lo saben todo y mejor. Pueden llegar a tomar decisiones desafortunadas, conclusiones erróneas y no darse cuenta  ya que ellos tienen la verdad absoluta. Intentar lidiar con una persona así no es fácil, no entrará en razón porque todos están equivocados menos él.

¿Por qué se llevó a cabo el estudio?

El estudio surgió a raíz de la detención en la cuidad de Pittsburgh, a mediados de 1990, de un atracador de bancos. El individuo de 44 años, asalto dos entidades bancarias a plena luz del día y a rostro descubierto. Al ser detenido, el delincuente  confeso que se había echado zumo de limón en la cara y que esto, lo haría invisible ante las cámaras. “¡Pero si me puse zumo de limón!”, afirmaba cuando lo arrestaron,  por lo visto la idea fue de dos amigos «a modo de broma». Al parecer el infeliz  puso a prueba la idea, se aplicó el zumo, se tomó una foto, seguramente mal encuadrada, y su cara no apareció. Eso bastó, era una prueba definitiva y por tanto un plan perfecto. 

La historia del ladrón “invisible” llegó a oídos del profesor de psicología Dunning, quien al igual que la policía, no daba crédito. Este extraño comportamiento  lo llevó a preguntarse; ¿Es posible que la propia incompetencia impida ver dicha incompetencia? Este hecho dio pie al comienzo de la experimentación y el estudio. Llegando así, junto con su colega Kruger,  a la investigaciones exitosa sobre síndrome de la superioridad ilusoria.

¿Qué vienen a decir los estudios sobre este vanidoso síndrome?

Los psicólogos analizaron la competencia de las personas en el ámbito de la gramática, el razonamiento lógico y el humor. Los resultados arrojaron un claro resultado, cuanto mayor era la incompetencia de la persona, menos consciente era de ella. Aunque es paradójico, las personas más competentes y capaces solían infravalorar sus competencias y conocimientos, eran más humildes. Así surgió el efecto Dunning-Kruger o superioridad ilusoria.

Seguro que todos conocemos o hemos conocido a alguien así, personas que cuentan algo con “su” certeza absoluta, mientras su interlocutor piensa; ¿pero qué está diciendo este presuntuoso? La buena noticia es que este efecto de superioridad ilusoria, se diluye a medida que la persona incrementa su nivel de competencias. Es decir, a más conocimientos más consciencia de las propias limitaciones, más sobriedad comedida al respecto de la realidad. Lo cierto es que para hacerlo bien, debemos tener claro que es importante dejar espacio para la duda, porque evidentemente no siempre vamos a tener razón. 

Claramente hemos de tener cuidado, no debemos dejar «que  alguien que parece tener  todos los conocimientos» nos machaque, avasallándonos con ideas de sabelotodo endiosado. Casi siempre los más sabios también son los menos ostentosos de su sabiduría.  

 

¡Suscríbete a nuestros Contenidos!

¡No enviamos spam! Lee más en nuestra política de privacidad

Compártelo aquí: