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El bargueño toledano: un fiel guardián de secretos

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Fue durante nuestra estancia en Toledo donde descubrimos este singular «mueble». Y digo mueble por utilizar algún genérico, porque yo diría que es un algo mucho más que eso. Desde luego es una auténtica obra de arte que en las distancias cortas cautiva al que lo tiene en frente por su minucioso y exquisito detalle. No fue difícil averiguar su nombre: bargueño, un mueble típico de la región. Para algunos puede parecer una «antiguaya» impropia en una casa moderna. No obstante, todavía hoy se conservan y se cuidan con mimo en muchos hogares castellanos además de ser una pieza muy codiciada por coleccionistas en España y en el Extranjero.

Pero, ¿qué es un bargueño? ¿para qué sirve?

Según la RAE estamos ante un «mueble de madera con muchos cajones pequeños y gavetas, adornado con labores de talla o de taracea, en parte dorados y en parte de colores vivos, al estilo de los que se construían en Bargas» (un pueblo de Toledo).

Elaborado por artesanos con una paciencia infinita han servido a sus poseedores durante siglos para guardar celosamente documentos, joyas, monedas, cartas de pago, secretos de alcoba o historias incontables confinadas a la oscuridad más absoluta de sus recovecos.

Recovecos como los de las callejuelas estrechas y empedradas de Toledo. Aquellos que recorrimos sin guía ni mapa, a pie de calle y que nos llevaron a la puerta de un pequeño establecimiento en la calle Núñez de Arce, en pleno centro del casco histórico, muy cerca de la cervecería «Abadía». Estaba cerrado, pero desde fuera pudimos ver una pequeña colección de bargueños que absorvió nuestra mirada al instante.

Al parecer fue precisamente allí, en Toledo donde aparecieron los primeros artesanos de bargueños allá por el siglo IX. Era un gremio principalmente morisco que, tras verse sometidos a su expulsión fuera de las murallas se establecieron en la alquería de Bargas, a pocos kilómetros de allí. Y por esa razón, como hemos dicho, se les empezó a llamar bargueños, palabra que, por otra parte, no apareció en el diccionario de la Rae hasta principios del siglo XX.

En un principio, fueron muebles de campaña. Se usaban para transportar cartas de pago, joyas o dinero a lomos de mulas. Prácticamente eran como las «maletas» de la época. Pero cuando idearon ponerle patas, paradójicamente dejó de viajar convirtiéndose en parte del mobiliario más exquisito de mansiones y palacios españoles repartidos por Europa y América adoptando características propias de cada época según pasaban los siglos.

Imagen: Manuel Ruiz Toribio

Entresijos del bargueño toledano

El bargueño, como hemos dicho, cuenta con múltiples gavetitas y escanillos de diferentes tamaños con mecanismos de acceso secretos en su interior adornados con minucioso detalle. Cada uno de ellos tiene un sofisticado sistema de pasadores que abren y cierran puertas y pequeños cajones apenas imperceptibles a simple vista. Su estilo y sus motivos han evolucionado con el tiempo y paralelamente a cada época adoptando lo más característico en materiales y técnicas de cada una.

Imagen: Manuel Ruiz Toribio

Como fueron diseñados para «viajar» solían, y suelen medir alrededor de un metro de frente y medio de fondo. Suelen ser de abedul o nogal, maderas fáciles de teñir y moldear para darle las formas y detalles que brotaban de la imaginación del artesano con pan de oro, marfil y otros muchos materiales diversos. Una fachada de unos diez o doce cajones a la vista, y otros pocos más escondidos construído para ser fiel guardián de los más delicados tesoros y secretos. 

Detalle del Bargueño del boticario en el Hospital de Tavera (Toledo)

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