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Los trastornos alimenticios y su vínculo con las emociones

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Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia, la bulimia y la obesidad, tienen una estrecha relación con las emociones y el estado psicológico de quienes los padecen. La alimentación se convierte en un mecanismo disfuncional de escape o compensación emocional. Analicemos con más detalle esta vinculación entre comida y sentimientos.

Anorexia nerviosa

La anorexia nerviosa se caracteriza por la restricción extremada de alimentos, ayunos, ejercicio excesivo y obsesión por bajar de peso. Quienes la padecen sienten miedo a engordar y distorsionan la percepción de su imagen corporal.

Detrás de este trastorno suele haber baja autoestima, perfeccionismo, necesidad de control, depresión, ansiedad, ira reprimida o inconvenientes en las relaciones familiares. La persona busca en la comida un medio para manejar sus conflictos emocionales.

anorexia

Bulimia

Las personas con bulimia atraviesan episodios recurrentes de voracidad en la ingesta de alimentos, seguidos por conductas compensatorias como vómitos autoinducidos, ayunos, laxantes o ejercicio excesivo.

Al igual que en la anorexia, hay una exagerada preocupación por el peso. Los atracones representan una vía de escape a emociones negativas como estrés, ansiedad, angustia, depresión o soledad. Luego, se compensa con comportamientos purgativos por el intenso sentimiento de culpa.

Obesidad

La obesidad se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa corporal debido a un prolongado desequilibrio entre las calorías ingeridas y las consumidas.

En algunos casos, la comida se convierte en una vía de compensación ante emociones desagradables como frustración, aburrimiento, enfado, tristeza o falta de propósito. Comer en exceso tiene un efecto reconfortante momentáneo que alivia esos sentimientos, pero empeora el problema a largo plazo.

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El trastorno del comer compulsivo 

Los trastornos alimenticios como la anorexia, la bulimia y la compulsión periódica por la comida tienen un fuerte vínculo con las dificultades para manejar las emociones de manera saludable.

Muchas personas que padecen estos trastornos utilizan la comida como una forma de lidiar con sentimientos abrumadores como la tristeza, la soledad, la ansiedad, la rabia o la falta de control. Restringir la ingesta de alimentos o purgarse luego de comer en exceso les proporciona una falsa sensación de control y un alivio momentáneo de esas emociones.

La comida una vàlvula de escape

Sin embargo, estos comportamientos alimenticios problemáticos, surgen de problemas psicológicos más profundos. Hablamos de una baja autoestima crónica, una distorsión de la imagen corporal y un perfeccionismo excesivo. La comida se convierte entonces en su válvula de escape.

Parte fundamental de la recuperación de un trastorno alimenticio es sanar la relación con la comida y desarrollar habilidades para expresar las emociones de forma saludable. Con apoyo, terapia y mucha paciencia, es posible aprender a comunicar los sentimientos, mejorar la autoestima y dejar de depender de patrones dañinos con la comida.

Brindar compasión, evitar los juicios y fomentar la expresión emocional sana también puede marcar una gran diferencia en la recuperación de alguien con un trastorno alimenticio. Curar el vínculo entre emociones y comida es clave para el bienestar integral.

Algunas posibles soluciones para abordar la relación entre los trastornos alimenticios y las emociones

Lo más importante es un enfoque integral biopsicosocial, atendiendo todos los factores que influyen en el trastorno alimenticio de cada persona. La recuperación lleva tiempo pero es posible.

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