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El eco del miedo… Relatos de madrugada

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Rondaba la media noche de un cuatro de septiembre cualquiera. Veíamos una comedia romántica que parecía la mejor opción de la parrilla televisiva. Esperábamos el feliz desenlace del film cuando unos pasos hondos, profundos, firmes y sonoros cruzaban el patio exterior de abajo a toda velocidad. La puerta de la estancia estaba abierta. Imposible e inevitable no escuchar los golpes en la puerta que pusieron fin a aquella secuencia brutal de pasos que rompía la quietud de la noche. Se abrió la puerta. Se oyeron gritos. Discusión acalorada entre hombres que interrumpió el grito aterrorizado de una niña que corría despavorida hacia la puerta. Parecía el eco de un mal presagio. Se olía el miedo…

El eco del miedo…

Abandonamos la película y corrimos hacia la puerta en un intento de alcanzar a presenciar algo más de aquella esperpéntica escena mientras una mujer vociferaba desde el piso de abajo defendiendo a aquella niña del inminente peligro que traía consigo los alaridos que emitía el dueño de aquellos pasos incontrolados. Me volví atrás paralizada por el miedo en un vano intento de huir hacia ninguna parte y acabar con aquello. Intenté persuadir a las otras, pero les podía la curiosidad…

Los gritos de la madre y de la niña retumbaban en todo el patio exterior mientras la vecina de enfrente, sin duda con mejores vistas que nosotras, cerraba la puerta de su apartamento móvil en mano abandonando tras de sí aquella dantesca escena. Intentamos llamar a alguien, a la policía quizá,.. al 112… pero sólo podía pensar en cómo entrarían en el residencial pues sólo los propietarios e inquilinos tienen llave, y nosotras no teníamos escapatoria…

De repente un sonoro portazo devolvió el silencio a la noche. Nos mantuvimos inmóviles detrás de la reja de la puerta a la espera de cualquier trágico e inesperado desenlace. Enmudecieron las voces y volvimos a la película, que parecía que esperaba por nosotras para terminarse. Pasaron unos pocos minutos cuando volvió a abrirse la puerta de la habitación de abajo. Puse una silla para echar un vistazo a través de la sobrepuerta y no pude ver nada…

Abrimos de nuevo la puerta y vimos como la niña salía en bicicleta seguida de los dos hombres, que ya habían bajado el tono. La mujer que gritaba permanecía dentro del apartamento quizá paralizada por el miedo. ¡Quién sabe! Todo parecía en calma así que volvimos a entrar y cerramos la puerta. Al poco, aquellos hombres y la niña con su bicicleta regresaron. Acabó la peli y cada una se retiró a su cama. Debían ser cerca de la una ya, y había que madrugar.

Pronto cayó dormida la primera. Oía desde aquí su profundo respirar. Así que apagué el televisor para no entorpecer el descanso de las otras y me puse a bucear en las entrañas de mi teléfono móvil intentando desviar mi atención de lo sucedido. Al rato volvieron las voces y los gritos. De nuevo el miedo. Aquel hombre seguía aporreando la puerta profiriendo insultos haciendo temblar con ellos las paredes que lo rodeaban. Ignoro si esta vez le abrieron.
Juraría que oí un plato o un vaso hacerse añicos y hasta la mujer gritar desconsolada. Me asomé varias veces a la ventana mientras las otras ya habían caído rendidas por el sueño. Puedo oír los ronquidos de alguna..

Son las 2.28. Sigo despierta. Acabo de oír el tintineo de las llaves del vecino de al lado, que acaba de llegar ignorando todo lo sucedido abajo. La nevera por fin ha dejado ya de hacer ese ruido ensordecedor que me tenía nerviosa. Un grifo deja caer agua de forma incontrolada.  De repente, silencio. No puedo recordar el final de la película…

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